Viajando en piragua
Nos levantamos temprano para viajar de Thionck Essyl a Niomoune. Para realizar el recorrido íbamos en piragua (barca). Esto nos iba a permitir navegar por los canales naturales cercanos al río Casamance, disfrutando de la naturaleza: manglares, pelícanos, pequeños cocodrilos, etc…muy relajante.
Estuvimos un buen rato (unas 3 horas) hasta llegar al campamento de Niomoune. Tras desembarcar, nos alojamos en el campamento del pueblo, muy bonito con unas preciosas cabañas con decoración muy africana. Y hasta eran frescas. Lo que no cambiaba era el baño externo con cubos de agua para bañarte y «tirar de la cadena». Bueno y los mosquitos. Pero el resto lo compensaba. Además teníamos wi-fi que, más o menos funcionaba. Curiosamente había un velero de 11 metros fondeado en el canal…..nos quedamos de piedra.
Comimos lo de todos los días o sea, ensalada de maíz y pepino con salsa de mostaza y pescado con arroz y salsa de cebolla. Pero la verdad es que estaba todo muy bueno, especialmente el pescado. Después de devorar, la pertinente siesta…
Una visita muy agradable
Cuando bajó un poco el sol, nos fuimos a la aldea que estaba a tiro de piedra, acompañados de un guía local muy amable. Resultaba curioso oír hablar a Joan, nuestro guía, la lengua local, el diola, con tanta fluidez.
Niomoune es una tranquila aldea animista, situada en los manglares creados por el río Casamance y repleta de campos de arroz. Curiosamente el arroz es solo para autoconsumo. No comercian con él. ¡Qué mentalidad tan distinta a la nuestra!. Son animistas. El animismo es un concepto que engloba diversas creencias en las que se considera que tanto objetos de uso cotidiano como provenientes de la naturaleza, como los huesos de animales, están dotados de alma o consciencia propia. Estos objetos o fetiches son la conexión entre el hombre y Dios. Durante la visita el guía nos mostró distintos aspectos de la aldea como distintos fetiches, muchos de los cuales estaban situados en zonas reservadas solo para mujeres, árboles sagrados o los famosos tambores que hacen las veces de elementos de comunicación entre aldeas en situaciones especiales, como incendios, muertes, etc. Estos tambores son troncos de baobab u otro árbol disponible en la zona que son vaciados a mano a través de una pequeña obertura con unas herramientas especiales. A simple vista parece imposible y de hecho hay solo una pocas personas en cada aldea que tienen los conocimientos para hacerlo.
No sabemos si es por el animismo o por qué otra razón pero la gente es encantadora. Siempre con una sonrisa en la boca. Lo niños curiosísimos y totalmente abiertos a que se les hagan fotos o se les explique cualquier cosa. Y los jóvenes, como casi todos en el país jugando a fútbol en un campo lleno de tierra y alguna que otra piedra. Lo viven con muchísima pasión e intensidad. Y físicamente nos superan claramente a los europeos. Nos imaginamos que su máxima ilusión será jugar en algún club importante del viejo continente. Fue para nosotros un rato muy agradable y auténtico.
Tras la visita y con una sonrisa también en la boca nosotros regresamos al anochecer al campamento a disfrutar (de nuevo) del pescado con arroz 😉