Cómo llegar de Banjul (Gambia) a Thionck Essyl (Senegal) es una pregunta que te quedará resuelta al leer este post. Con la información adecuada, claro, todo es sencillo 🙂
¿Es difícil llegar de Banjul (Gambia) a Thionck Essyl (Senegal)?
Primero de todo, como es obvio, hay que volar a Gambia. Una vez allí, ya te mueves con el transporte local.
La decisión de este viajar a Senegal, la tomamos tan solo una semana antes. Irán, nuestra otra opción se esfumó al enterarnos lo que nos iban a cobrar por tramitar el visado con carácter urgente. Una vez más prisas, o más bien la falta de decisión.
Es curioso que desde nuestra vuelta al mundo, en la que empleamos casi un año, cada vez nos tomamos la preparación de los viajes con más calma y lo dejamos todo para ultimísima hora.
Como es ya una tradición, salíamos del aeropuerto de Barcelona. En la misma cola para embarcar aún. estábamos quedando con el guía en Senegal cuyo contacto además nos lo habían facilitado tan solo unas horas antes. Si no, teníamos claro que iríamos por nuestra cuenta.
El vuelo Barcelona – Banjul (Gambia) fue uno de los peores que hemos realizado. Si habéis volado con Vueling, os podéis imaginar lo que es ir encajado durante 5 horas en uno de sus aviones. Un horror.
Aterrizados en Banjul y, tras pasar los controles, allí estaba Agus esperándonos con su coche. Tenía de español, solo el nombre. ¡Dato Importante! Habíamos leído que había que pagar 25 US$ al entrar pero no nos cobraron nada.
Joan, nuestro guía en Senegal, nos dijo que no valía la pena visitar la capital de Gambia así que nos había reservado una habitación en un campamento (hostal) en la población de Sayang, al lado del mar. Realmente estaba a la misma distancia del aeropuerto que la capital. Y hasta allí llegamos, tras un recorrido de casi una hora en coche con Agus y su novia española.
El campamento, el KAJAMOR LODGE estaba bastante bien. La habitación estaba limpia, era solo para nosotros, con un baño interior grande y agua corriente (algo que valoraríamos durante los días siguientes), ventilador y mosquitera…y estábamos en la misma playa. Una playa solitaria y limpia. Todo ello por 26 €. No estaba mal.
Tras una noche de calor asfixiante -estaba acabando la época de lluvias y el nivel de humedad era terrible-, nos levantamos y pudimos disfrutar de la vista del lugar donde habíamos dormido y la verdad es que era bonito. Desayuno y en marcha.
Empezaba la aventura.
El objetivo era llegar a la aldea de Thionck Essyl, ya en Senegal, donde Joan tenía su centro de operaciones. Todo, por supuesto, con transporte público. Lo primero fue llegar en taxi (no había más remedio) del campamento a la localidad de Sayang, lo que nos dió la oportunidad de conocer el nauseabundo mercado de pescado de la localidad. Allí nos metimos dentro de un autobús (hubiera servido igual para llevar cabras) con calzador, rumbo a Brikama (18 GMD – 0,41 €, los dos). Ese fue realmente nuestro primer contacto con la llamada África negra y además, contacto literal, íbamos como sardinas en lata. Cada continente -el nuestro también- y por supuesto también en eso África no es diferente. La gente es simpática y amable, como cada vez que viajamos.
Una vez en Brikama, importante ciudad de la región, nos metimos en un «sept-places» con dirección a Bigona. En Senegal el transporte es incómodo pero los trasbordos son sencillos. Autobuses y «sept-places» llegan todos a la «garage», donde se vive un ambiente frenético y muy auténtico. Además puedes encontrar de todo. Los «sept-places» al igual que los autobuses no salen hasta que están abarrotados pero no nos tocó esperar mucho. Si vas a cogerlos por la mañana, no hay grandes problemas. Además lo tienen bien organizado y se compran los billetes a una única persona. Ah! si podéis elegir, no vayáis en los asientos de la última fila pero bueno, te lo van asignando a medida que vas llegando. Normalmente a los extranjeros nos cobran un plus por llevar mochila pero se puede negociar (no pagar más de 1.000 CFA – 1,54 €, las dos mochilas).
Cogimos nuestro coche compartido rumbo a Seleti, en Senegal (50 GMD – 1,15 €, los dos). A mitad de camino tuvimos que parar, bajar del coche para sellar la salida de Gambia y posteriormente la entrada a Senegal. En ninguno de los dos casos tuvimos ningún problema de documentación ni tuvimos que pagar absolutamente nada. En internet habíamos leído de todo. Seguramente al viajar en un transporte de ellos como la gente local, todo es más fácil y más interesante también. Sí que parece que ponen más pegas si vas con coche de alquiler con matrícula de Senegal. Entre los dos países hay un poco de rivalidad.
Una vez en Seleti, cogimos de nuevo otro «sept-places» dirección a Bignona (3.200 CFA – 5 €, los dos). Lo cogimos, como en el caso anterior, en un aparcamiento que había al efecto. Tampoco esperamos mucho. Era todavía buena hora.
El paisaje esta vez era muy chulo y muy frondoso por la presencia del río en varios tramos. En la carretera, para evitar que la gente corra, en lugar de badenes como aquí, colocan troncos atravesados de forma alternativa para obligar a los coches a bajar al velocidad. Muchos están montados por el ejército para realizar controles. Como os hemos contado antes, hay controles pero al viajar en uno de estos coches, nos pedían el pasaporte y todo arreglado.
El «sept-places» nos dejó en el pueblo de Tendiem, donde esperaba el bus Thionck Essyl (900 CFA – 1,4 €, los dos). Es curioso porque prácticamente todos los autobuses y taxis tienen las lunas rajadas. Es algo que nos llamó la atención desde el principio. El autobús para nuestra sorpresa salió sin estar lleno (medio autobús estaba vacío) pero no íbamos a ser nosotros quienes protestáramos y menos sin tener ni idea de francés. Recordad que en Gambia -ex colonia británica- se habla inglés pero en Senegal -ex colonia francesa- se habla francés.
Thionck Essyl, por fin
Al cabo de una hora, mucho rato por pistas de tierra, llegábamos a Thionck Essyl. Allí preguntamos por Joan y un chico muy amable se ofreció a llamarlo por teléfono. Nos costó un rato que nos entendiera pues allí Joan tiene otro nombre, Ibrahima. Nos había costado casi 5 horas llegar aquí.
Joan, catalán afincado en Casamance, tenía una historia detrás muy interesante que ahora no vamos a contar, pero 20 años en Senegal, lo hacían el guía perfecto. Tuvimos oportunidad de conocer a su amable mujer y a sus 3 rebeldes hijos.
De camino al campamento, tuvimos la enorme suerte de poder asistir a la boda (3ª) del alcalde del poblado. Aquí la poligamia es totalmente legal. Fue realmente espectacular ver a todas las mujeres cantando y bailando con sus coloridos vestidos. Muy chulo, la verdad.
Con la sonrisa todavía en la cara, nos dirigimos al campamento en mitad del bosque, un bosque totalmente salvaje repeleto de baobabs y mangos. El alojamiento era muy básico y fue el anuncio de los que nos iba a esperar mayoritariamente el resto del viaje. Habitaciones muy simples pero con mosquitera, eso sí y baños y duchas no aptas para muchos viajeros. El baño consistía en una taza en la que se «tiraba de la cadena» recogiendo agua de un barreño y echándola a la misma. La ducha seguía el mismo sistema. Y el precio casi europeo, 15 € por persona en media pensión. Electricidad solo teníamos a ciertas horas y del wi-fi, ni hablamos.
Antes de acostarnos, Joan nos comentó las opciones de tour y nos decidimos rápidamente. Veríamos la zona alternando piragua y coche aunque fuera un pelín más caro (375€, 5 días/4 noches). Aquí la gasolina está a nivel europeo.
Para acabar el día fuimos a ver el cercano río pues era el atardecer y el momento ideal para hacer fotos. El chico que nos acompañó aprovechó para echarle los trastos a Anna, jajaja.
Con el cansancio acumulado, caímos al instante.