
lluvia persistente.
El ferry estaba bastante bien: asientos anchos, pasillos amplios y una buena cafetería. Además se podía acceder a cubierta. Aunque llovía salímos a tomar fotos de la salida del fiordo. Valía la pena mojarse un poco. Es una manera de hacer un mini crucero. Una vez fuera del fiordo, ya nos refugiamos dentro, aunque había dejado de llover. Además la mayoría de los asientos estaban orientados hacia el mar 😉
Al cabo de 3 horas y media llegábamos al puerto de Wellington enclavado en una bonita bahía. Tras un rápido desembarco fuimos al i-site. Tras casi 3 semanas en la isla sur, muchas cosas nos llamaban la atención: edificios altos, calles con mucha gente….movimiento en definitiva. Acostumbrados a aparcar donde queríamos, aquí había que pagar por aparcar en cualquier sitio y lo comprobamos en el i-site enclavado en pleno centro. Tenían unas instalaciones magníficas, tienda incluida. En Nueva Zelanda estas oficinas de información turística están enclavadas en muchas poblaciones con puntos de interés y cuentan todas con tienda de souvenirs a unos precios razonables.
Recogimos la información y nos dirigimos al mirador del monte Victoria de donde se obtienen unas maravillosas vistas de 360 grados de la ciudad. Tras hacernos varias fotos, fuimos a dejar la campervan en un aparcamiento de la ciudad que nos había recomendado la chica del i-site. Pagamos 7,5€ por 12 horas de aparcamiento. No estaba mal. De allí nos fuimos paseando por la franja marítima de la ciudad. Muy bonita y, como decíamos, con bastante ambiente. Caminando llegamos al complejo del parlamento. Los tours eran gratuitos con lo que decidimos hacerlo. Antes nos dio tiempo de comer. La visita es muy interesante. De un lado visitamos las principales salas del complejo, incluido el interesantísimo sistema anti-sísmico con el que cuenta y que soporta terremotos hasta grado 7. De otro lado aprendimos algo del sistema de creación de leyes de Nueva Zelanda. Una hora bien aprovechada. Seguimos paseando por el centro de la ciudad hasta llegar a la estupenda biblioteca con la que cuenta esta ciudad. Aprovechamos para conectarnos a internet 😉
Sobre las 8 salimos y nos dejamos perder un rato por la ciudad. Por casualidad llegamos a la calle Cuba y su entorno. Había una gran cantidad de bares y sitios de comidas y mucha gente, especialmente joven. Nos dimos de bruces con el Wellington Night Market, un mercado callejero con comidas de todo el mundo. Por un rato volvimos a revivir todas nuestras experiencias gastronómicas del Sudeste asiático. Vimos incluso un puesto de paella que ofrecía hasta paella hawaiana, jajajaja. Lo regentaban unos argentinos con los que estuvimos hablando un rato. Vendían sobre todo paella de pescado. En fin….muy interesante y todo tenía una pinta muy, muy sabrosa.
Después del paseo, recogimos la campervan y nos dirigimos a nuestra zona de acampada a unos 4 kilómetros y al lado del mar. Llegamos y aparcamos sin mayor novedad. Pero el día no acabó aquí. Sobre las 5 de la mañana llamaron a la puerta de la campervan. No hicimos caso pues pensábamos que se habrían equivocado o estábamos soñando. Al cabo de 5 minutos volvieron a llamar. Nos levantamos y había un chaval joven pidiendo ayuda. Decía que había tenido un accidente aunque se encontraba aparentemente bien. Le dijimos que llamara a la policía pero el no quería. Le insistimos pero se acabó marchando. Nos quedamos en la parte delantera, sin hablar, preocupados..y algo asustados, esperando acontecimientos. Al cabo de 5 minutos se presentó la policía y una ambulancia. Nos quedamos algo mas tranquilos y nos fuimos a dormir. Día laaaaaargo, jajaja
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