Nos levantamos, recogimos nuestras mochilas y cogimos el coche camino a las Vegas. Íbamos con tiempo pues teníamos todo el día.
Salimos en torno a las 10 con lo que no nos costó excesivamente salir de LA. La carretera nos la conocíamos pues era en gran parte la que ya habíamos hecho el día anterior. 

Llegamos a Las Vegas sobre las 3. Primero de todo fuimos a las cercanías del aeropuerto a la empresa Dollar para intentar cambiar nuestro Ford Focus por un Toyoya Prius. Llegamos y justo cuando estábamos preguntando al chico de la oficina, estaba entregando un Toyota Prius blanco. ¡Wow! El chico nos dijo que le diéramos media hora para limpiarlo y chequear los puntos básicos, que él nos lo reservaba. 😉 Fuimos a la oficina a formalizar papeles y al cabo de un rato estábamos saliendo con él dirección al centro de Las Vegas.

Desde que entramos en la avenida principal de la ciudad (llamada Strip), con su famoso cartel de bienvenida al inicio de la calle, simplemente estuvimos alucinados como dos niños. Teníamos resumida en una calle réplicas de algunos de los principales edificios significativos del mundo: los rascacielos de Nueva York, con la Estatua de la Libertad y el puente de Brooklyn, la Torre Eifiel, los canales de Venecia, etc. También se podían ver excentricidades como un volcán que hacía «erupción» cada 30 minutos. Ibamos mirando de una lado al otro sin parar. 

Además nos sorprendió la ingente cantidad de gente que se movía en esta ciudad. Y dinero también. Había una gran cantidad de casinos que merecían la pena visitarse aunque sólo fuera por la espectacularidad de sus construcciones. Nos resultó especialmente bonito el hotel casino Venice. Increíble. 

Todo era como un Port Aventura pero a lo bestia. Además había un montón de espectáculos anunciados, entre ellos uno del Circo del Sol. David Copperfield, tenía aquí también la sede permanente de su espectáculo.
Otro de los lugares de interés de esta ciudad eran las más de 500 capillas matrimoniales de la ciudad y donde cada día se celebraban más de 300 bodas. Sorprendente. 🙂
Pero Las Vegas también era conocida como la ciudad del pecado. Esta era la cara B de la ciudad (prostitución, drogas,…).
Como íbamos a volver allí en unos días, no nos planteamos visitar nada.
Después de ver todo esto desde el coche, nos dirigimos a un outlet que había camino a la casa de nuestro Coach para esa noche. Estuvimos un rato de paseo pero al final no compramos nada. Nos fuimos entonces a casa de Lilia que nos recibió en su casa con una gran ilusión. Era mejicana pero llevaba años allí. Era una apasionada de los viajes, aunque las circustancias no se lo habían permitido mucho. Era muy amable y simpática y estaba alucinada con nuestro viaje. Viendo el plan en el que viajábamos, se ofreció para dejarnos una tienda de campaña por sí dormíamos algún día en algún camping. 
Tras un rato hablando, salimos a comprar algo de comida para los siguientes días y un par de colchonetas para dormir en la tienda. Cenamos por ahí y ya nos retiramos a dormir. A la mañana siguiente salíamos temprano
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