Salimos de San Pedro con el autobús (24 €) sobre las 9 de la mañana dirección Jujuy. El autobús era curiosamente de un piso cuando lo normal desde que aterrizamos en Sudamérica, eran 2. Empezamos la ruta dirección a Bolivia, bajo la atenta presencia del omnipresente volcán de cono perfecto Licancabur para luego desviarnos hacia el este.
Al cabo de unas 2 horas llegamos a la frontera con Argentina (paso de Jama). Allí en un sólo edificio, están las autoridades migratorias de los 2 países. En una ventanilla te sellan la salida de Chile y en la de al lado, la entrada en Argentina. 
Una media hora después estábamos de nuevo en el autobús continuando la ruta. El paisaje al principio era muy similar a lo que habíamos visto en la última parte del salar de Uyuni. De hecho atravesamos un precioso salar, las Salinas Grandes. De allí bajamos de forma muy pronunciada a través de un valle que, salvando las distancias y colores, nos recordó al parque nacional de Bryce en Estados Unidos. Una vez en el fondo del valle la carretera mejoró y en torno a las 16:30, estábamos en la nueva terminal de San Salvador de Jujuy. La idea era quedarnos a dormir allí pero preguntamos y una hora y media después salía un colectivo a Humahuaca. Aquí colectivos eran los autobuses normales. Además la chica de información turística nos dijo que habían varios hoteles y hostales.  La nueva terminal estaba genial con lo que se nos pasó el tiempo volando.
A las 18:00 en punto salimos hacia el norte. Fuimos atravesando los distintos pueblos de la quebrada, hasta llegar a Humahuaca a las 20:30. Nos cargamos las mochilas y preguntamos a la gente local hostales de mochileros y nos indicaron la calle Santa Fe. Allí fuimos preguntando hasta que dimos con el hostel Humahuaca. Tras negociar (casi suplicar) con el encargado, Pablo, un chico muy majo, nos dejó 2 camas en una habitación compartida de 4 (no había nadie más), por 10,89 € los dos. Baño fuera pero desayuno incluido. El hostal estaba genial. Fue además lo más barato que encontramos. Dejamos las mochilas y fuimos a dar una vuelta para cenar. Había bastante comida callejera y cenamos 2 empanadillas y un Pancho (frankfurt) por 4,17€ los 2. Y de ahí a dormir. Había sido un día muy largo de autobús (8 horas y media).
Al día siguiente, nos levantamos con calma. Desayuno y vuelta por el pueblo, cámara en mano. Fuimos hasta el puente del río. Allí salían al mediodía los todo terrenos que llevaban al Hornocal, nuestro objetivo en la Quebrada. En el hostel tenían un conductor de confianza que ofrecía subir, estar una hora arriba y bajar por 6,8 € pero no había respondido a las llamadas del encargado del hostel, Pablo. Por eso acudimos a ese lugar. Nos ofrecieron lo mismo por 9,08 €. Le dijimos que sobre las 13:30 estaríamos allí, en el puente.
Aprovechamos para acabar de visitar el pueblo, que era realmente bonito aunque pequeño. Cada dos por tres te tropezabas con un puesto de comida local, básicamente empanadas y panchos, o de artesanía. Había cosas realmente bonitas y originales.
Regresamos al hostel y Pablo nos comentó que había conseguido hablar con el conductor. A las 14:00 nos esperaba en la entrada, pero teníamos que ir en la parte trasera del todoterreno. Ningún problema. Anna se quedó en el hostel y yo fui a avisar al conductor del puente que no iríamos con él. Me agradeció haberle avisado. No costaba nada quedar bien. 🙂

A las 14:30 nos pasaron a buscar. Al final íbamos con una pareja argentina dentro del todoterreno. El precio subía un poco. Nos tocaba pagar 7,26 €. Aún así más barato que el del puente.
Comenzamos nerviosos nuestro camino al Hornocal. El día amanazaba lluvia y hacia mucho viento. El camino, nada más salir del pueblo, tiraba hacia arriba. Teníamos que subir una escarpada montaña por un camino de tierra. A medida que íbamos subiendo el día se fue despejando y apareció el sol. Estaba quedándose casi perfecto. Además poco a poco íbamos adivinando en la lejanía las coloridas montañas. 
Casi una hora después de haber salido de Humahuaca, llegábamos a un caseta donde tuvimos que pagar el acceso al mirador (0,68 €). Estas tierras eran propiedad de una comunidad y se tenia que pagar por el acceso a las mismas. Cinco minutos después llegamos al mirador. Habíamos visto varias fotos en internet que sembraban nuestras dudas pero al llegar al lugar se disiparon totalmente. El lugar era precioso, cautivador. Un verdadero capricho de la naturaleza. Toda la Quebrada tenía lugares con estratos de colores (el cerro de los siete colores de Purmamarca, la paleta del pintor de Maimara, el espinazo del diablo….) pero esta serranía superaba a cualquiera y por eso, con poco tiempo disponible, habíamos decidido venir aquí. Y nos nos defraudó en absoluto. Como teníamos una hora, estuvimos caminando por la zona sin parar de tomar fotos. La belleza del lugar lo merecía. Pero como todo, se acaba… Emprendimos camino de vuelta contentos por haber decidido finalmente venir. Es curioso pero es un lugar que no aparece en muchas guías y al cual la gente había empezado a venir tan sólo hacia 2 años. Éramos pues unos auténticos privilegiados. Estuvimos todo el camino departiendo con la simpática pareja de Rosario. Nos invitaron a su casa si finalmente acudíamos a Rosario. 🙂 ¡Qué gente tan amable!

Llegamos al hotel sobre las 5 y tras descansar un rato, nos arreglamos y salimos a cenar. Esa noche tocaba cenar bien. A lo largo del viaje cada uno invitaba a cenar de forma alternativa y esa noche me tocaba. Cenamos un menú «regional» a base de escabeches de entrada y llama de segundo. Bueniiiiisimo. Buen final para un día excepcional.
Total gasto para 2 personas, 2 días: 119,82 €
– Autobús San Pedro de Atacama-Jujuy: 48,07 €
– Autobús Jujuy-Humahuaca: 7,26 €
– Alojamiento: 21,79 €
– Comidas: 17,73 €
– Visita Hornacal: 14,53 €
– Entradas: 1,36 €
– Lavandería: 9,08 €
Total gasto por persona, 4 días: 17,34 €/persona/día