
salvaje oeste.
Nos empezó a llover y rápidamente nos fuimos. Esta etapa sería toda costera. La siguiente parada fue la ciudad de Hotitika, donde se encontraba el centro nacional del Kiwi (el ave). Entramos y pese a no ser caro, unos 12,5€, vimos un video con imágenes del interior del centro con los kiwis encerrados en pequeños espacios y nos desanimamos mucho. A cambio compramos un par de camisetas, jajajaja.
Con cierta resignación seguimos nuestro camino, cada vez con mas lluvia. Tocaba llegar a Greymouth, pero nos íbamos a desviar poco antes para ir a ver la «ciudad» de Shantytown. Se trataba de una réplica de una antigua ciudad minera, con sus casas, sus tiendas, una vía con su correspondiente tren a vapor, etc….el montaje era realmente extraordinario. El precio, 20€. A nosotros nos sonó un poco a PortAventura y decidimos no entrar. Hicimos algunas fotos del exterior y alguna del interior para documentar y ya está. Que día llevábamos con las visitas, jajaja…y con lo que no eran visitas también. Nada más pasar Greymouth, el limpiaparabrisas dijo basta. Había estado fallando algún día pero enseguida se había recuperado. Esta vez no fue así. Además la lluvia estaba arreciando. Paramos y cogimos el móvil pero no había cobertura, algo bastante corriente en esta zona de Nueva Zelanda, muy despoblada y con grandes acantilados al lado del mar. Conseguimos llegar hasta un «pueblo» que en realidad eran 4 casas literalmente con pinta de estar abandonadas. Un hombre muy amable nos abrió y le explicamos el problema. Estuvo mirando la caja de fusibles pero todo estaba correcto, así que nos dejó llamar desde su teléfono fijo a la asistencia. Nos dijeron que teníamos que intentar llegar a Westport, nuestro destino ese día (opción más lejana) o retroceder a Greymouth, lo cual no era muy apetecible, dadas las curvas que habíamos pasado. Además era sábado. ¡Ole!. Lo hablamos y decidimos tirar para adelante. La lluvia parecía un poco menos intensa e iríamos muy despacio debido a la escasa visibilidad. Antes o después llegaríamos.
A partir de ese momento del día cambió nuestra suerte. La lluvia cesó, salvo algún rato. Al cabo de poco rato llegamos a las Pumcakes Rocks. Dejamos la campervan y nos dirigimos al camino de miradores. Se trataba de unas rocas muy antiguas (30 millones de año) altamente erosionadas por la acción del mar y los sedimentos de animales muertos. El resultados son unas rocas con unas formas muy especiales. Además las visitamos con un momento de marea óptimo para ver salir el agua a presión por los distintos tubos que se han formado de manera natural. Increíble. Impresionante. Nos dejó maravillados. Fue un espectáculo muy especial y más después del día pasado.
Después llegando con el anochecer se nos cruzó en la carretera ¡un kiwi! Despistado porque son aves nocturnas…pero a esas alturas ya diferenciábamos las simpáticas wekas y su particular sonido de los kiwis 🙂
Finalmente llegábamos de noche a Westport y sin perder tiempo fuimos al taller de asistencia. Como os decíamos, en esta parte del día estábamos de suerte. Aunque el taller estaba cerrado (ya lo sabíamos), llegamos justo en el momento que llegaba también el dueño y no dudó en atendernos. Le echó un vistazo y dedujo que el problema era mecánico ( el motor estaba fundido) y no podía ayudarnos. Llamó él mismo a la asistencia en carretera y entre todos quedamos en resolver el problema en Nelson, aprovechando que las previsiones de tiempo eran buenas para los próximos 2 días. Además nos dió, a cargo del seguro, un spray repelente de agua que nos vendría bien be caso de que lloviera de nuevo, al menos hasta que nos lo repararan. ¡Genial!
Cansados de todo el día, fuimos a dormir a nuestro sitio de acampada de hoy: el parking de un centro comercial 😉
Para ver gastos, id al último post (etapa 28)