Salir de Hong Kong fue tan sencillo como entrar: metro hasta la parada de Lu-Wo. Primero nos sellaron la salida de Hong Kong y posterior nos sellaron la segunda entrada que teníamos en el visado de nuestro pasaporte para ingresar en China. Antes de pisar suelo chino, teníamos que devolver la tarjeta Octopus (mirar el post de Hong Kong) que de tanta utilidad nos había resultado pero, aunque fuimos mirando todo el rato, no vimos ningún sitio donde devolverla. Nos comímos la fianza, unos 4 € por barba. 

Al venir de Hong Kong por tierra, entramos directamente en la ciudad de Shenzhen. Teníamos que ir a la estación oeste para coger nuestro tren a Lanzhou. Por signos preguntamos a un policía que muy amablemente nos «dijo» que podíamos  ir hasta allí cogiendo el metro. Acto seguido y viéndonos «algo» despistados, se nos acercó una chica china que hablaba inglés y nos indicó que línea coger, la parada correcta y nos ayudó a comprar los billetes. Ufff, menos mal 🙂
Tras tres cuartos de hora, llegamos a la parada correcta. A partir de ahí, unos 20 minutos andando y llegamos a la estación. Nuestro tren estaba anunciado. Media hora de espera y subimos. Habíamos comprado billetes de «hard sleeper» más baratos e igualmente cómodos. Si es posible, hay que escoger las dos literas de abajo. Es mucho más cómodo.
Nos esperaban 48 horas de tren….

Los dos días de tren transcurrieron de forma agradable y sosegada. Lectura, un poco de siesta y las correspondientes comidas. Sin mayor novedad. Sólo tuvimos un pequeño susto el segundo día cuando enchufamos el GPS del movil y vimos que estábamos muy al norte, casi «al lado» de Beijing. Enseguida empezamos a preguntar con signos y palabras mezcla de español, inglés y chino a nuestros «compis» de habitación. Nos tranquilizamos al ver que nos indicaban en el mapa de nuestra guía, la ciudad adonde queríamos ir…ufff, se nos pasó de todo por la cabeza.

El lunes llegamos finalmente a Lanzhou, sobre las 7 de la mañana. Dejamos las mochilas en consigna y fuimos a comprar los billetes a Jiayuguan, con la ayuda de un policía que chapurreaba inglés y que amablemente nos hizo una nota en chino ;-). Después nos dedicamos a pasear por los alrededores de la estación. La ciudad en sí es bastante fea e industrial. Al menos localizamos una cafetería con buen internet y bastantes enchufes para nuestras maltrechas baterías. Cogimos el tren a Jiayuguan a las 22:00. 
Tras el interesante paso por Jiuyuguan y Zhangye, de casi una semana, volvimos de nuevo a Lanzhou. El tren que nos traía de Zhangye, llegó muy temprano. Lo primero de todo fue ir a recoger en ventanilla, los billetes físicos del tren a Lhasa. Para ello teníamos que presentar el número de reserva, los pasaportes y una copia del permiso del Tíbet. Todo lo teníamos debidamente preparado con la ayuda, debidamente recompensada de forma económica, de una agencia tibetana. Coincidimos en taquillas con una chica china, jovencita, todo voluntad, que se ofreció a ayudarnos con el tema. Aquí todo lo relacionado con el Tíbet es laborioso y lento. Menos mal, pues había una cola tremenda y la chica de la taquilla no estaba por la labor de tratar de entender a dos extranjeros. Con los billetes ya en la mano, desayunamos y nos instalamos en un hotel que había delante de la estación. Era un 4 estrellas y la habitación nos salía a 27€. Espectacular. Lo encontramos tras preguntar en otros dos. En Lanzhou muchos hoteles no admiten extranjeros. 

Era nuestro día de relax e íbamos a disfrutarlo. Por delante nos quedaban semanas de condiciones muy distintas. Además nuestro tren a Lhasa salía al mediodía del día siguiente.
Total gasto para 2 personas, 4 días: 272,05€
– Traslado: 181,65€
– Alojamiento: 27,74€
– Comidas: 48,67€
– Varios: 13,99€
Total gasto por persona, 4 días:  34€/persona/día