En ese post os contamos nuestra experiencia en la bella ciudad de Ella.
Fallido trekking del Fin del mundo
A pesar de que las previsiones de tiempo eran malas, en un último intento por ir a las llanuras de Horton para realizar el conocido trekking de “El Fin del Mundo”(es lo típico aquí), nos despertamos a las 5 de la mañana (el tour sale a las 5:30) para ver qué tal el día hacía.
“Afortunadamente” estaba lloviendo, porque después de la paliza del monte de Adán, solo nos apetecía descansar. Así que nos levantamos tarde, intentando aprovechar al máximo el estupendo (y económico) hostal en el que habíamos aterrizado el día anterior. Antes de irnos, visitamos la cercana “cascada de los enamorados” pero realmente no valió la pena.
Camino a Ella
Pusimos camino a la localidad de Ella con Tuky. Los paisajes, como en días anteriores, combinaban verdes plantaciones de té y frondosos bosques en los que de vez en cuando, brotaba alguna cascada… Además esta vez la carretera no estaba del todo mal, así que disfrutamos mucho.
Ella, pueblo mochilero con muchas opciones
Tal como esperábamos, Ella era una aldea pequeña y con mucho ambiente mochilero. Además está enclavada en una zona muy bonita. Su futuro turístico está fuera de toda duda pero esperamos que no se descontrole la construcción y arruine su encanto como ya ha ocurrido en otros casos.
Mención aparte merecía laestación de tren, antigua y muy bien conservada con un jefe de estación muy simpático y perfectamente equipado. Realmente sorprende encontrarte una estación así perdida en mitad de la naturaleza
Como siempre, lo primero era buscar hostal. En este pueblo al haber bastante turismo, es difícil encontrar un lugar para dormir bueno, bonito y barato. Nosotros habíamos localizado uno con un precio decente (la Lonely Planet para esto es muy UTIL) y allí que fuimos. Era el Eeshani Guest Inn. Los dueños era un matrimonio muy simpático. El hostal era su misma casa y allí tenían las fotos de todos sus hijos e hijas. Todo muy familiar y acogedor. Además tenía un jardín lleno de flores con unas vistas preciosas. Una maravilla. Tenía también un patio para Tuky. Todo era perfecto, hasta el precio: habitación doble (un poco justa de tamaño) con baño dentro por 2.000 LKR (12,5 €), tras la pertinente negociación. Estaba situado, eso sí, un poco apartado del centro (unos minutos andando).
Acomodados, nos fuimos a la estación para preguntar los horarios del tren. Si hay algo en este pueblo que no os podéis perder, es hacer en tren el trayecto entre Ella y Haputale, simplemente, precioso. Decidimos coger el que salía a las 12:30 que además tenía un “vagón panorámico”. Con la tontería este tren costaba 1.000 LRK (6,3 €) por persona. El precio normal era 25 LRK (0,15 €). Mucha diferencia, aunque para un europeo realmente no la había… pero lo de “panorámico” nos convenció.
Después de ahí, ya nos dirigimos al centro. Ella era realmente una calle, eso sí llena de restaurantes de todo tipo, desde los más típicos de ellos (los que nos gustan a nosotros), con comida y gente local, hasta los destinados a “guiris”, súper arreglados (y caros). Y como no, además tenía las típicas tiendas de ropa y souvenirs para comprar.
Cascadas de Rawana Ella
Después de comer, como todavía era pronto fuimos al hostal a recoger aTukyy nos fuimos a visitar las cascadas de Rawana Ella, a unos 6 km. del pueblo. La verdad es que bien valen una visita, pese al estado de la carretera, el tráfico y los vendedores de comida. A la vuelta nos dimos otro paseo, cenamos algo y de vuelta al hostal.
Pequeño Adán
Al día siguiente, Anna se quedó descansando (el hostal y su entorno merecían la pena y la subida al pico Adán tuvo sus efectos secundarios) pero yo, que soy culo inquieto, me fui a hacer el cercano y suave trekking al“pequeño Adán”.
Estuvo bien: el recorrido no es duro, parte del mismo discurre por medio de plantaciones de té y las vistas al llegar a la cima merecen la pena. Desde la cima es posible contemplar la Roca de Ella, la otra excursión a realizar, aunque está más larga y dura.
El recorrido en tren más bonito del mundo
Tras el trekking recogí a Anna y nos fuimos a coger el tren. En la estación éramos un motón de guiris esperando al famoso tren con vagón panorámico. De repente, nos dimos cuenta, incluido el jefe de estación, de que el tren venía sin vagón panorámico… Oh, my God! Y ahora ¿qué hacemos?. El jefe de estación fue rápido y organizó todo para devolver el dinero a todo el mundo el dinero. 😉
La verdad es que el trayecto es una pasada. Todo lleno de verdes plantaciones de té, escarpadas montañas e incluso es posible ver las espectaculares cascadas de Rawana.
Además el tren viajaba con las puertas y ventanas abiertas con lo que, si te apetecía asumir el riesgo, podías ir colgado del vagón y hacerte además fotos muy chulas. Nosotros lo hicimos. No paramos casi sentados: foto aquí, foto allá, ahora por la ventana, ahora por la puerta…como dos niños pero qué bien lo pasamos. Otra cosa que nos encantó fue viajar acompañados de la gente local, simpatiquísima con nosotros, y poder intercambiar cuatro gestos de complicidad y “buen rollo” con ellos.
Haputale y las fábricas de te
Sobre una hora y media después llegábamos a Haputale. Es un pueblo sobre una colina con una situación privilegiada. El ambiente era caótico, lo cual nos gusta mucho.
Nada más bajar del tren fuimos a buscar el autobús que lleva a la Dambatenne Tea Factory, la fábrica la donde se procesa el mayor parte del té de zona (todo esto nos lo explicaron unos españoles la noche anterior). Se llega andando desde la estación en línea recta, como unos 8 minutos. Si no, preguntáis. Es fácil. El trayecto del autobús no fue corto pero pasó rápido gracias a los paisajes que atravesábamos y la interacción con los locales que básicamente era mediante sonrisas y más sonrisas. 😉
Al cabo de más de media hora llegamos a la fábrica. Allí estaba todo muy organizado y había tours de visita cada media hora. La verdad es que resultó súper interesante y ameno.
Tras la visita pillamos otro autobús de vuelta y a la estación a esperar al tren. El trayecto de vuelta fue más tranquilo y básicamente, estábamos cansados. Además pudimos ver el vagón «panorámico» y creednos, ¡no vale la pena!.
Al llegar, nuestra última cena local a base dekottu rottiy a dormir. Nos lo merecíamos. ¡Cómo habíamos disfrutado el día!
Resumen de la etapa
Nuwara Eliya – Ella
Tiempo invertido: 3,5 horas.
Kilómetros: 55 km.
Tipo carretera: bastante curva, carretera de montaña.
Si queréis conocer más de Sri Lanka, pinchad en el siguiente enlace
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